A menos de una semana de las
elecciones norteamericanas el panorama se perfila luminoso para Obama y negro
para Romney. Las últimas encuestas arrojan un “empate técnico” entre los dos
candidatos. Pero hay tres razones que llevan a concluir que lo más probable es
que Obama sea el triunfador este martes 6. La primera tiene que ver con las
mediciones de las encuestas al último día de octubre. Hay, luego, una razón de
orden demográfico y una tercera de orden político.
Lo primero: la “foto” de las
preferencias electorales le da al presidente/candidato una clara ventaja. Como
se sabe, la elección presidencial norteamericana es “indirecta”, a través del
Colegio Electoral en el que se expresan 538 votos que “representan”, en
términos más o menos proporcionales, a los diferentes Estados. Es elegido presidente quien logra acumular
270 votos. Lleva ventaja Obama. Al día de ayer la encuesta del New York Times
preveía 243 para Obama, 206 para Romney y 89 por determinar. Sólo le faltarían,
pues, 27 votos a Obama para conseguir el mágico numero de 270; al rezagado
Romney, más del doble.
La razón política de peso es
la clara ventaja de Obama en “bolsones” claves como las mujeres, los latinos y
los negros. Pese al esfuerzo de Romney por “moderar” su lenguaje en asuntos
críticos como el aborto o la migración, pesa demasiado el extremismo de varios
de sus acompañantes republicanos y las propias inconsistencias de Romney. El
radicalismo de la marea del “Tea Party” espanta al grueso del votante latino y,
especialmente, negro.
La crisis económica ha
golpeado especialmente a la población negra cuyos ingresos han caído durante
los últimos 4 años en más de 50% mientras que para los hogares blancos la caída
ha sido de sólo 16%. Pese a eso, votarán por Obama para quien, además, la demografía
juega a su favor. Según revela un estudio en The Economist, para esta elección
aumentará la cantidad de jóvenes, negros y latinos que votarán a la vez que se
prevé disminuya el porcentaje de votantes blancos del medio oeste. Si así
fuera, Obama ganaría, aun en el supuesto de que tres de cada cinco votantes
blancos optase por Romney.
Lo tercero es que más allá
de las “fotos” o predicciones electorales, la clave estará en manos del 3-5% de
indecisos. ¿Cuál es el criterio principal
que los decidirá? Siguiendo las tendencias electorales de los últimos
años, no serán las abstracciones ideológicas o conceptuales sino la percepción
de liderazgo y de estadista que proyecte uno u otro candidato. Y allí es obvio
que Obama le saca varios cuerpos de ventaja a Romney quien a lo largo de la
campaña ha oscilado, con posiciones contradictorias, en asuntos como la
migración, el aborto o en qué hacer en Siria o Irán.
Y todo esto, ¿cómo
repercutirá directamente en América Latina? Difícil decirlo. Nuestra región fue
–fugazmente– mencionada sólo una vez –por Romney– en uno de los debates. El
“patio trasero” no es hoy –con la probable excepción de México– uno de los
escenarios agudos de tensión y conflicto en el mundo por lo que la marginalidad
de lo latinoamericano en la campaña no es necesariamente una mala señal. Si en
materias como las económicas y las comerciales no hay diferencias radicales
entre una u otra opción, en ciertos asuntos “latinoamericanos” (como el
migratorio) el discurso de Obama está más cerca de las necesidades de este lado
del hemisferio. Además, no lleva en sus entrañas a núcleos extremistas, como el
Tea Party. Por ello, en medio de ese panorama es alentador lo que probablemente
ocurrirá el martes.
Por Diego García
Sayán.