Dueña de un carácter fuerte, casi tanto como cuando le
pegaba a la pelota en su época de jugadora, Natalia Málaga nunca se dio por rendida. Esta vez le tocó estar en la
zona técnica y gozar con cada punto, sufrir con cada error pero convencida de
que ganarle a Brasil –después de 19 años en cualquiera de
las categorías– no era una tarea imposible.
Perú campeón, ese grito que no se escuchaba hace mucho
retumbaba en el Coliseo
Miguel Grau del Callao después del ataque peruano que decretó el 15-10 en el quinto set, cuando
Natalia dejó la actitud seria y se abrazó con su comando técnico para celebrar
un título que se consigue después de 32 años. La última vez que vencimos a las
brasileñas en esta categoría, Málaga era jugadora de ese equipo que tocó la
gloria en Sao Paulo.
Esta vez con buzo y con su voz como sello distintivo, le
tocó liderar a este grupo de jóvenes jugadoras que son el futuro del deporte
que más alegrías nos ha dado en la historia. "Hace años que venimos trabajando para esto.
Fue planificado, a conciencia. El equipo ha sido bastante regular en todos los
partidos, estuvo bien trabajado y tienen grandes condiciones muchas de las
chicas. Me ilusiono mucho", cuenta Natalia mientras algunas lágrimas tocan
su rostro que ha sentido el paso de los años pero que no perdió la esperanza.
Cuando le preguntan si es que se considera un pilar en
este logro, Málaga responde con sencillez y facilidad, y les atribuye el éxito
a estas chicas que se hicieron grandes en un abrir y cerrar de ojos. "Le
ha podido tocar a cualquier entrenador, yo solo saqué lo mejor de ellas. Tuve
la suerte de estar en este momento", dijo la entrenadora que aplaudió el
apoyo del público que nunca se rindió durante los cinco sets. "La gente ha
sido importantísima, gran parte del triunfo ha sido por su ayuda. Ellos las han
levantado con su aliento cuando hemos tenido algún error. No
pararon de gritar".
Orden y disciplina, una forma de vivir de Natalia Málaga que le contagió a este equipo un
espíritu combativo, que nunca se dio por rendido. La clasificación al Mundial de Tailandia ya estaba sellada ante Argentina pero el hambre de
gloria, las ganas de triunfar fueron contagiadas por 'Doña Bárbara' que usó las
palabras correctas siempre para hacer reaccionar a su sexteto. "Ellas van
a ir madurando y serán unas grandes jugadoras. Quiero seguir pidiendo más,
porque sé que tienen mucho por dar. A veces he sido dura con las chicas pero
sin mano dura no se pueden conseguir logros como este", sostuvo.
Mientras sonaba el himno nacional en la premiación,
Natalia tenía la sonrisa de felicidad tatuada, imposible de sacar. Con la
bandera peruana recibe la medalla de oro, ese metal precioso que lleva
orgullosa en el cuello, igual
que hace 32 años cuando le
tocó estar dentro de la cancha y luchar por ella.
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